Señales para buscar ayuda psicológica

El psicólogo Rogelio Arguello indica que la principal señal para buscar ayuda es sentir una “discrepancia” entre lo que se hace y la expectativa que se tiene de ello

Salud y Bienestar Moisés Briceño

Los  problemas cotidianos muchas veces son ignorados, adoptando una supuesta actitud de resiliencia que solo los comprime, acumula y agrava con el paso del tiempo. Toda persona, al estar relacionada con tantos campos de la vida como el trabajo, la casa, la familia, la pareja, los amigos, al tomar esta actitud ante las dificultades puede llegar a sentir asfixia porque no tendrá en ninguno de estos lugares la tranquilidad o la ayuda que realmente necesita.

Es aquí cuando entra en juego la tan necesaria terapia: ¿Por qué no tomar en cuenta la salud mental, tal cual como la salud física? Ciertamente, el dolor solo aparece cuando el problema ha escalado niveles muy graves, pero hay otros síntomas a considerar. El psicólogo Rogelio Arguello indica que la principal señal para buscar ayuda es sentir una “discrepancia” entre lo que se hace y la expectativa que se tiene de ello.

El juicio mal ejercido sobre la terapia psicológica se remonta hasta la Edad Media, donde cualquier desvarío en el estado emocional era “atendido” con todo tipo de remedios, e incluso prácticas que se consideran torturas hoy en día. La falsa idea del “demonio” era una de las principales causas para las personas de ese entonces.

Hoy día la cosa es diferente, muy pocas personas o casi nadie dirá que un problema emocional es culpa del demonio. Sin embargo, al ser la psicología una ciencia joven y tener que pasar por prácticas erróneas en su pasado o tener la mala fama de estar dedicada para trastornados, crean en el paciente cierto rechazo al admitir que necesita ayuda.

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La psicóloga y directora de Área Humana Psicología del Centro de Psicología Área Humana, Julia Vidal, al ser cuestionada por este tema, responde “las personas que acuden a terapia acaban sintiendo vergüenza, por la posibilidad de ser humillados si lo cuentan. O ser etiquetados como incompetentes, débiles, al punto de ver su visita al psicólogo como un fracaso personal”.

Sin embargo, con base en la Encuesta Europea de Salud en España, para el año 2014 se arrojaron resultados en los que la generación joven estaba asumiendo la responsabilidad de acudir a recibir ayuda psicológica sin estos prejuicios. Se argumenta que esto es gracias a la visibilidad que ha tenido la psicología en las redes sociales por parte de profesionales en el sector.

Resulta interesante que otro de los resultados de esta encuesta demuestran que las mujeres tienen mayor disposición a visitar al psicólogo que los hombres, específicamente se habla de 70% de las mujeres encuestadas frente a 30% de los hombres. Se argumenta que es debido a que “entre las normas de género femeninas” está normalizado la atención a sus emociones, mientras que en los hombres no, porque se piensa –erróneamente- que deben ser independientes.

Las dudas más comunes antes de acudir a terapia son en torno a la inversión económica respecto a los resultados, también puede existir vergüenza al solo pensar en contar las intimidades del paciente, la posibilidad de sentirse invadido en un interrogatorio o cómo será visto por el profesional de salud luego de expresarse con plena libertad.

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Señales para acudir a terapia

A grandes rasgos, todo problema que supere las fuerzas del individuo o que este perciba un desbalance importante y que no logra controlar entre lo que hace, los resultados que logra y los que espera al punto de no sentirse conforme y afectar su tranquilidad diaria sin lograr un equilibrio emocional con ninguna otra actividad, debe ser atendido por un especialista. 

A continuación, se recopilan señales alarmantes y decisivas para buscar ayuda psicológica:

Problemas para descansar: al no poder desconectar de los problemas personales.

Trauma del pasado: una ruptura amorosa, ser reemplazado en el trabajo, entre otras más, pueden ser razones para sentir preocupación por el futuro y también culpa. Hay quienes se dedican al dolor y se aíslan de todo, otros quienes para evitarlo caen en excesos.

Irritabilidad: no controla los cambios de humor.

Desconexión en pasatiempos: lo que antes se hacía para despejar la mente ya no tiene el mismo resultado.

Emociones incontrolables: la rabia, la angustia, la tristeza, se sienten intensas y sin poder controlarlas llorando con facilidad.

Relaciones interpersonales en peligro: se siente distanciamiento con los seres queridos como los hijos, los padres, hermanos o la pareja o exclusión en el grupo de amigos al que pertenece.

Problemas físicos: presión en el pecho, respiración acelerada, sudoración.

Preocupación de los allegados: si han existido comentarios de las personas cercanas acerca del bienestar, se debe tomar en cuenta. Quienes llevan años conociendo al paciente suelen darse cuenta primero que él de ciertos síntomas de una salud mental en declive.

Sensación de incapacidad: en cualquier ámbito: familiar, social o laboral.

Adicciones como escape: abuso del alcohol, de drogas o de tabaco, cambios del horario de las comidas o de la frecuencia con que se come, son señales de intentos por mitigar emociones que deben ser atendidas.

Pensamientos intrusivos: normalmente de índole negativa, que condicionan el rendimiento en la vida diaria.

Malestar hacia todo: disgusto en el trabajo, en la casa, en la escuela o en cualquier lugar donde antes existía buen ambiente y disposición.

Paranoia: sentir que todas las personas que le rodean están en contra.

No se logran calmar las emociones: el paciente nota que sus intentos por lidiar con estos síntomas han sido inútiles, incluso si son actividades como técnicas de autoayuda, aumentar el ejercicio físico, buscar ayuda en amistades… estas son señales de necesitar una ayuda profesional.

Duelo: dificultad para asimilar una pérdida.

Soledad y abandono: se descuida un ritmo de vida saludable, se come cualquier cosa, se aísla y no existe el orden.

No sentirse merecedor de la felicidad: refleja un decaimiento en la autoestima.

Vínculos amorosos inestables: fracaso constante en relaciones de pareja, que acaban en malos términos.

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